Septiembre, 2021
La muerte se ha convertido en el último año y medio en noticia diaria debido a la pandemia de la COVID19.
Esta pandemia está dejando y dejará una serie de efectos secundarios que repercuten directamente en la salud mental, todo ello enmarcado en un sistema de recursos asistenciales debilitados, demasiado debilitados.
En las últimas semanas esta cuestión ha surgido como tema de debate en las redes sociales a raíz de la muerte por suicidio de una joven doctorando, que anunció su muerte en tuits programados días después de morir por suicidio.
La reciente declaración y posicionamiento de la gimnasta americana Simon Bailes en los JJOO de Tokyo, pone de relieve y de forma contundente la necesidad de visibilizar la vulnerabilidad a padecer ansiedad, depresión u otro problema de salud mental al que todos estamos expuestos.
Sabemos por experiencia propia o de allegados que sufrir ansiedad y depresión es algo que quizás no va a ser compartido entre el entorno de forma fácil, por el temor al estigma o al ¿qué pensarán de mí?, es decir, la autopercepción del estigma que se sabe puede ser el primer paso a una ideación suicida.
¿Por qué es tan difícil hablar de depresión en nuestro país?
Un interesante estudio realizado sobre la percepción de la depresión en la población española (Lahera y cols)[1] en más de 1700 personas muestra los siguientes resultados: El 18% de los encuestados manifestó que padecía o que había padecido depresión, el 86% la consideraba una enfermedad y el 85% que era causa de suicidio.
Los síntomas más conocidos (>95%) de este trastorno fueron la tristeza y la apatía. Los encuestados exhibieron algunas actitudes estigmatizadoras hacia las personas con depresión (60% creyeron que eran inestables y 49% que tenían una personalidad débil). La depresión se atribuye a causas externas (el 95% cree a acontecimientos adversos de la vida). Opinaron que el psicólogo es más adecuado que el psiquiatra para tratarla (47 vs. 29%) y que la medicación antidepresiva genera dependencia (72%) a pesar de ser eficaz (62%); el 67% de los encuestados depresivos manifestó tomarla.
Sabemos que la depresión es uno de los factores de riesgo conocido en casi el 60% de la muertes por suicidio en nuestro país: 3.671 personas fallecidas en el 2019, y así lo reconocemos la propia sociedad, pero sorprenden la ideas estigmatizantes y llenas de prejuicio entorno a la depresión.
Es prioritario a raíz del estigma y las creencias que todavía existen sobre la depresión, dar un paso adelante por parte de todos y reconocer la ayuda que necesitan las personas depresivas. Una ayuda que puede salvar una vida: demasiados ejemplos públicos de toda clase y condición de los que tenemos conocimiento desgraciadamente corroboran esta necesidad.
[1] Lahera G, Andrade-González N, Gasull V, Pagés-Lluyot JR, Roca M. Percepción de la población española sobre la depresión [The public perception of depression in Spain]. An Sist Sanit Navar. 2019 Apr 25;42(1):31-39.